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16 febrero 2011

"El amante de Lady Chatterley" de D. H. Lawrence


El autor:

David Herbert Lawrence (11 de septiembre de 1885 – 2 de marzo de 1930) fue un escritor inglés autor de novelas, cuentos, poemas, obras de teatro, ensayos, libros de viaje, pinturas, traducciones y crítica literaria.
Su literatura expone una extensa reflexión acerca de los efectos deshumanizadores de la modernidad y la industrialización y abordó cuestiones relacionadas con la salud emocional, la vitalidad, la espontaneidad, la sexualidad humana y el instinto. Las opiniones de Lawrence sobre todos estos asuntos le causaron múltiples problemas personales: además de una orden de persecución oficial, su obra fue objeto en varias ocasiones de censura; por otra parte, la interpretación sesgada de aquella a lo largo de la segunda mitad de su vida fue una constante. Como consecuencia de ello, hubo de pasar la mayor parte de su vida en un exilio voluntario, que él mismo llamó "peregrinación salvaje".
Aunque en el momento de su muerte su imagen ante la opinión pública era la de un pornógrafo que había desperdiciado su considerable talento, E. M. Forster, en un obituario, defendió su reputación al describirlo como "el novelista imaginativo más grande de nuestra generación". Más adelante, F. R. Leavis, un crítico de Cambridge de notoria influencia, resaltó tanto su integridad artística como su seriedad moral, lo que situó a buena parte de su ficción dentro de la "gran tradición" canónica de la novela en Inglaterra. Con el tiempo, la imagen de Lawrence se ha afianzado en la de un pensador visionario y un gran representante del modernismo en el marco de la literatura inglesa, pese a que algunas críticas feministas deploran su actitud hacia las mujeres, así como la visión de la sexualidad que se percibe en sus obras.

La obra
El amante de Lady Chatterley
La novela ha llegado a nuestro club de lectura con motivo del 50 aniversario (se cumplía el pasado 20 de octubre 2010) del juicio que se abría por obscenidad contra una editora a cuenta de “El amante de Lady Chatterley”, la novela que D. H. Lawrence había publicado en Florencia en 1928 y de la que hasta entonces no se había editado una versión sin expurgar en el Reino Unido. La acusación se basaba en una ley represora y anacrónica que, sin embargo, abría una puerta a los editores si estos demostraban que las obras objeto de persecución ostentaban "mérito literario". La acusación se esforzó en probar la obscenidad de la novela subrayando la impropiedad de su lenguaje, en el que constantemente se empleaban "impublicables palabras de cuatro letras", como  fuck  (follar),  cunt (coño), cock (polla) y otras igualmente perniciosas e inaceptables. Los alegatos de la fiscalía resonaron trasnochados y absurdos.
La obra arremetía contra los hábitos conservadores victorianos y la hipocresía social del país con más pornografía de Europa y la ridiculez del juicio dio por ganador a la editora Penguin Books.
Pero en 1960 el mensaje revolucionario del libro (en el que también podían escucharse ecos de la situación social de la Gran Bretaña de los veinte) llegaba un poco tarde, y buena parte de su retórica sonaba tan desfasada como los alegatos del fiscal. Y, sin embargo, el libro tuvo su papel en la difusión de la "revolución sexual" entre las clases medias.
De manera que, a partir de entonces, las etiquetas de "escritor erótico" o "subversivo", que tanto habían perjudicado a su autor, comenzaron a diluirse, permitiendo una lectura más equilibrada de su novela más famosa. Como ocurre con casi todos los libros en un momento censurados o prohibidos, lo que hoy queda de El amante de Lady Chatterley son, sobre todo, sus “méritos literarios”.
Es posible que fueran otras razones, no declaradas, las verdaderas causas de la censura aunque la que se manejara fuera la de obscenidad. Así denuncia explícitamente el dominio de la clase aristocrática, la explotación obrera, la represión de la vida instintiva, el acercamiento a la naturaleza en la vida y en las relaciones humanas y las relaciones de un guardabosque con una aristócrata incitada a ello por su esposo.
Constance Chatterley se había casado con el adinerado sir Clifford en 1917. Poco después de su boda su marido fue herido fatalmente en la Primera Guerra Mundial y se vio confinado en una silla de ruedas para el resto de sus días, paralítico e imposibilitado para satisfacer a su mujer. Retirados en su mansión campestre, Constance ve cómo su vida y su juventud se escapan. Desea satisfacer sus deseos y allí, cerca del bosque, encuentra a Oliver Mellors, el callado guardabosques de las tierras de los Chatterley, un hombre fuerte, desinhibido, salvaje y apasionado, se encargará de proporcionar a Constance todo lo que su marido ya no puede darle.
La obra no está exenta de ternura, delicadeza y poesía sobre todo en las bucólicas descripciones de la naturaleza. Evidentemente, hay muchas obras editadas y aplaudidas con menos “meritos literarios”.


 Sevilla 16/02/2011

"La cabeza perdida de Damasceno Monteiro" de Antonio Tabucchi

El autor:

Antonio Tabucchi  (nacido en Vecchiano, provincia de Pisa el 24 de septiembre de 1943) es un escritor italiano, profesor de Lengua y Literatura Portuguesas en la Universidad de Siena.
Enamorado de Portugal, es el mejor conocedor, crítico y traductor italiano del escritor portugués Fernando Pessoa. Tabucchi conoce la obra de Pessoa en los años sesenta, en la Sorbona, le fascina de tal forma que a su regreso a Italia acude a clases de portugués para comprender mejor al poeta.
Junto a Maria José de Lancastre, su esposa, ha traducido al italiano muchas de las obras de Pessoa. Ha escrito, además, un libro de ensayos y una comedia teatral sobre él.
Ha obtenido el premio francés "Médicis étranger" por su novela Notturno Indiano, y el premio Campiello por Sostiene Pereira.
Algunos de sus libros más conocidos son: Nocturno Hindú, Pequeños equívocos sin importancia, Un baúl lleno de gente, Los últimos tres días de Fernando Pessoa, Sostiene Pereira, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro y Se está haciendo cada vez más tarde. Varios de sus libros han sido llevados al cine, entre los que destaca Sostiene Pereira, donde Marcello Mastroianni destaca en una de sus últimas interpretaciones, en 1995, sólo un año antes de su fallecimiento.
En 2004 recibió en España el Premio Francisco Cerecedo de periodismo.

La obra:La cabeza perdida de Damasceno Monteiro
A Firmino, Oporto sólo le evoca los callos y la odiosa sopa de col verde de la tía Pitú en las navidades de su infancia. Ahora, cerca de su treintena, pero no tanto como desearía, el protagonista regresa a esta ciudad a intentar esclarecer el misterio de un cuerpo decapitado para traducirlo en crónica sensacionalista que luego será publicada en el periódico O Acontecimento.
Además de una fauna variopinta, Oporto alberga una dinastía de gitanos desplazados y en decadencia; a Dona Rosa, la dueña de la pensión y principal contacto para el novel periodista, y, a Fernando Diogo Maria de Jesús de Mello Sequeiro, mejor conocido como el abogado Loton, obeso y genial litigante cuya debilidad son los casos donde se ven enjuiciados los menos favorecidos. Aquel hombre enorme, de párpados cansados, labios generosos y formación alemana, guía al reportero en su pesquisa, mostrándole que la injusticia es una actividad tan común que ya no alcanza a conmocionar los sentidos de las autoproclamadas buenas personas.
 Firmino pronto descubre que esta ciudad vinífera tiene los mismos vicios de su cosmopolita Lisboa; aquí una autoridad corrupta maneja el tráfico de drogas con total libertad y aunque es, precisamente, el cuerpo decapitado quien se encarga de evidenciar este escándalo, las aguas se agitan, se calman y todo queda como al principio, antes de que la cabeza de Damasceno Monteiro se sumergiera en ellas.
En apariencia un thriller. Pero, al mismo tiempo, el relato de una crónica de sucesos. Y, a la vez, una investigación periodística. Todo ello situado en la antigua y fascinante ciudad de Oporto, de la que el autor hace buenas descripciones, aunque podría tratarse de cualquier otra ciudad de nuestra civilizada Europa.
Con el pretexto de la investigación de un crimen por parte de un joven periodista, Tabuccci nos muestra una galería de personajes, retratos ingenuos y plenos de ternura, sin caer en blandas o fáciles sensiblerías.
Es, en definitiva, una novela floja, fácil de lectura y entretenida en la que se destapa la frivolidad con que la justicia y las administraciones pasan por la corrupción, la droga y la tortura policial. Tabucchi, el que nos maravilló con su “Sostiene Pereira” nos ha dejado una faena de aliño.

Sevilla 16 /02/2011