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16 marzo 2016

"La muerte en Venecia" de Thomas Mann

Thomas Mann
Nació el 6 de junio de 1875 en Lübeck, en el seno de una familia de comerciantes. Cuando su padre falleció, la familia se radica en Munich. Trabajó como vendedor de seguros.
En sus novelas los protagonistas son frecuentemente burgueses que sobrellevan un conflicto espiritual. Su primera novela importante, Los Buddenbrook (1901) narra la decadencia inevitable, a lo largo de varias generaciones, de una dinastía de ricos comerciantes. Cuando apareció, provocó un gran escándalo entre la alta burguesía de la ciudad, por reconocerse en la ridiculez de algunos personajes de la obra.
Posteriormente escribe Tonio Kröger (1903), La muerte en Venecia (1912), que inspiró la película de Luchino Visconti, y la ópera de Benjamin Britten. En La montaña mágica (1924), su obra más famosa y una de las novelas más excepcionales del siglo XX, somete a la civilización europea a un minucioso análisis. Entre sus obras posteriores se encuentran los cuentos Desorden y dolor precoz (1925), y Mario y el mago (1930), en el que señala los peligros de la dictadura fascista y la cobardía intelectual; José y sus hermanos (1934-1944), y las novelas Doctor Faustus (1947), El elegido (1951) y Confesiones del estafador Felix Krull(1954).
En 1929 le otorgaron el Premio Nobel de Literatura, pero en 1933 se exilió de Alemania tras la llegada al poder de los nazis. Residió en Suiza y después en los Estados Unidos (1938), en donde obtuvo la ciudadanía en 1944. En 1953 se estableció cerca de Zurich (Suiza), donde murió el 12 de agosto de 1955.
Fue padre del autor Klaus Mann y de la escritora y actriz Erika Mann.

Muerte en Venecia
Tras sufrir una crisis creativa, el escritor Gustav Von Aschenbach llega al Lido de Venecia para pasar una temporada de vacaciones en solitario, con el fin, no sólo de reflexionar, sino también de dar descanso a un cuerpo extenuado y enfermo. En el Hotel Des Bains llama su atención una familia de turistas polacos, especialmente el joven Tadzio, un adolescente por el que siente una súbita e intensa atracción. Contemplar a Tadzio se convierte enseguida para Aschenbach en el momento central de la jornada; y luego de su existencia. A bordo del barco que le lleva a Venecia, Aschenbach observa horrorizado a un viejo maquillado que se arrima sonriendo tontamente a un grupo de muchachos. Pero hacia el final de la historia, cuando sigue extasiado a Tadzio por las callejuelas y los canales de la ciudad, asolada por una epidemia de cólera, Aschenbach se ha convertido en ese hombre: Las miradas furtivas en la playa, las esperas en el salón a la hora de cenar, las persecuciones discretas por las calles de la ciudad, el tinte en el pelo contra las canas, el maquillaje para recuperar la juventud,... ¿dónde queda la filosofía?, ¿dónde la razón?, ¿dónde la intelectualidad? La muerte le tenía que llegar en Venecia, y no se resistió a ella.
La muerte en Venecia, como el propio Mann sostenía, trata de la pérdida de la dignidad del artista, pero Mann examina también la relación entre el arte y la vida. Aschenbach cree que con trabajo y disciplina puede dominar la vida y aun moldearla hasta convertirla en arte. Las desordenadas emociones y la pasión indomable que Tadzio-Dionisos le inspira, le obligarán a admitir que esa convicción es una falacia. Los elementos míticos de la novela ofrecen el contexto necesario para trazar un retrato de la homosexualidad. Escrita con sutileza y con una profunda penetración psicológica, esta obra es un vivido relato de lo que significa enamorarse. Una obra muy culta y magistral tanto en su contenido como en el uso riquísimo del lenguaje con continuas referencias a los clásicos y mitología griega. Estupenda traducción.
La novela corta era tal vez la forma artística ideal para Thomas Mann; e indudablemente, desde sus primeros presagios inquietantes hasta el patético clímax final, es una obra maestra en su género. Publicada en 1912, esta novela cimentaría la fama de Mann, que en 1929 recibió el premio Nobel.
A la vez hemos leído "Mario y el mago" donde ejerce una dura critica al fascismo y a sus artes embaucadoras del pueblo, su cobardía de este y la violencia contra quienes no siguen la ideología.
Posteriormente hemos tenido la suerte de ver la adaptación de Luchino Visconti al cine de Muerte en Venecia en la biblioteca I.E. Tras la lectura de la novela, su adaptación, con notables diferencias, es un complemento estético en cuanto a vestuario, ambientación de época, la belleza de unas imágenes impagables y una interpretación y dirección memorables. Todo un acierto que agradecemos a Pilar Barés afectuosamente